Son
años de trabajo y dedicación en el campo científico. Un universo de ideas y
conocimiento, que a veces suele estar tan cerca, pero a la vez tan lejos, de la
comunidad en la que vivimos. El poco espacio que se le da en los medios, se
compensa con la calidad humana de los investigadores y los logros que cosechan. Quizás pase
desapercibida, pero no es un trauma ni mucho menos algo que le quite el sueño a la bióloga Marta
Sosa, quien busca soluciones
amigables con el planeta, sobre aquellos efectos destructivos que ocasionan las plagas al sector agropecuario y la salud pública.
Quién diría, que en pleno corazón de la Ciudad Capital de San Luis, trabaja
apasionadamente una comunidad de científicos que pasan desapercibidos,
inadvertidos ante la mirada a veces perdida y distraída de los vecinos que
diariamente transitan frente al edificio “el Barco” que tiene la Universidad
Nacional de San Luis (UNSL), a tan solo dos
cuadras de la congestionada plaza principal.
Nunca mejor caracterizado ese edificio de añares, porque de alguna manera
nuestros científicos en sus laboratorios algo incómodos y superpoblados de
papeles, pizarrones, equipos y aparatos modernos pero a la vez tan raros, toman
el timón de sus investigaciones tratando de llegar a buen puerto. La buena
noticia, es que a pesar de las incomodidades y frente a la mirada indiferente
de la sociedad, pero por desconocimiento o temor de lo que implica la ciencia y
no por falta de interés, ellos lo logran. Tarde o temprano, según los tiempos que se
tome la ciencia en darlos a conocer o publicar. Y en esto, hay una deuda
pendiente de reconocimiento como comunidad, al trabajo de toda una vida,
sumergidos casi solitarios, sobreviviendo en el mundo del conocimiento. Pero
hay equipo de sobra, como numerosos los proyectos de investigación que llevan
adelante, en distintos campos de la ciencia.
Tan raro es tomar conciencia sobre la actividad que desarrollan, como
extraña también la sensación de observar y tocar una reducida población de
picudos algodoneros. Una sensación extraña porque San Luis es una provincia
libre de esta plaga y nunca me imagine en estas latitudes encontrarme con uno.
Pero de igual modo, enorme la tranquilidad de saber que en el laboratorio,
están controlados. Más de uno se sorprendería, porque en San Luis la superficie
del cultivo de algodón se incrementa en cada campaña agrícola.
Fue durante las "Jornadas de integración y debate sobre medio
ambiente", organizadas por el Consejo Nacional de
Investigaciones Científicas y Técnicas (CONICET) San Luis, que despertó mi curiosidad la presentación
de las investigaciones que desarrolla la Dra. Marta Sosa en el
Instituto de Investigación de Tecnología Química (INTEQUI)de
la Facultad de Química, Bioquímica y Farmacia (FQByF) de la UNSL. Familiarizada
con los temas vinculados al sector agropecuario, me sorprendió el curso de las
investigaciones en función del desarrollo de biopesticidas en base a productos
naturales, para combatir plagas y malezas que afectan a la actividad agrícola y
la salud pública.
En este proyecto, se embarcó Marta hace más de 20 años, una mujer sencilla
de contextura mediana, muy coqueta al momento de cuidar su imagen y cálida en
sus afectos y trato con quienes la rodean. Perfectamente podría ser mi mamá, mi
tía, la vecina de mi cuadra, pero lejos de la vida cotidiana y algo casera,
está su destacada formación en el ámbito académico y científico, con
innumerables publicaciones en los campos más sobresalientes de la ciencia.
De la mano de productos naturales, trabaja en el laboratorio sobre el
desarrollo de biopesticidas en base a organismos vivos o derivados de hongos y
feromonas (sustancias que secretan los mismos animales y producen una reacción
al animal de la misma especie), para el control integral de plagas que afectan
al sector agropecuario (agrícola y frutihortícola) como la tucura y el
cogollero del maíz y, a la salud pública en el caso de la vinchuca,
entre otros. También, incluso, desarrollan bioherbicidas para el control de
malezas, como el “falso alcanfor” que ha invadido gran parte de los campos de
la provincia.
En función de las “actividades de productos naturales frente a insectos”,
nombre de la línea de investigación que está a su cargo, elaboran aceites
esenciales de plantas que resultaron bioactivas para controlar ciertas plagas,
buscando dar en la tecla con un biopesticida en este caso, para erradicar al picudo
algodonero.
Instalada en el laboratorio, algo pequeño pero muy iluminado y con el
barullo de fondo de un nutrido grupo de alumnos universitarios esperando
ingresar para cursar una materia en un aula continua, Marta me introduce en el
mundo de los biopesticidas, sin antes aclararme que los productos tradicionales
usados en el control de plagas y de malezas provocan deterioros en el medio
ambiente, así como perjuicios para la salud humana y animal; particularmente
los herbicidas e insecticidas que pueden causar impactos adversos.
De esta manera considera
indispensable la búsqueda de agentes más efectivos y con reducida toxicidad,
por lo cual “para satisfacer estas necesidades es imperiosa la investigación de
nuevos candidatos líderes que presenten las deseables
actividades biológicas”. Para la investigadora y docente, los plaguicidas
desarrollados en base a productos naturales, son ventajosos ya que suelen
presentar mecanismos de acción original y baja toxicidad frente a mamíferos. Un
beneficio adicional, señala Marta, pero no menos importante, “radica en su
característica de ser descompuestos o metabolizados más rápidamente, reduciendo
así los riesgos ambientales”.
Por esta razón la química de los productos naturales de plantas, no es una
receta de un perfume o pócima mágica para atraer al ser amado, es una opción
para un programa de manejo integrado frente a las plagas. Destaca que es
extensa la bibliografía que documenta el uso de productos naturales o
biopesticidas y su demanda está aumentando en todas partes del mundo frente a
la necesidad de disminuir los riesgos del uso de plaguicidas convencionales.
"Las plantas poseen un potencial bioquímico casi ilimitado para producir
una variedad de compuestos producto del metabolismo secundario, muchos de ellos
de alto valor terapéutico e industrial", que despertó gran interés. Entre
las distintas alternativas, se incluye el empleo de extractos, aceites
esenciales y sus constituyentes como repelentes de insectos, tóxicos o de algún
tipo de semioquímico. Definiciones algo complejas, por lo que Marta se
toma el tiempo necesario, para hacérmelas entender. Algo así cuando usamos el
repelente para los mosquitos cuando estamos a orillas del lago. Pero me queda
la tranquilidad de saber, que la ciencia, como las estrellas, brilla para
todos, solo hay que saber mirar.
Los resultados y nuevos desafíos
Los resultados y nuevos desafíos
En el laboratorio se
desarrolla desde hace algunos años “un estudio interdisciplinario sistemático
sobre la bioactividad de metabolitos secundarios de plantas”, cuenta Marta.
“Actualmente estamos evaluando un conjunto importante de metabolitos
secundarios, los clerodanos, lactonas sesquiterpenicas, furanos, benzofuranos
flavonoides, terpenos lineales no volátiles con identificación química cierta,
estableciendo en muchos casos relaciones estructura-actividad. Evaluamos la
actividad de aceites esenciales aislados del Baccharis salicifolia,
Fluorencia oolepis y cuatro especies del Eupatorium mediante
diversos biensayos y utilizando como insectos modelos al Tenebrio
molitor y Tribolium castaneum (Coleoptera:
Tenebrionidae), Spodoptera littoralis (Lepidoptera:
Noctuidae), Leptinotarsa decemlineata (Coleoptera:
Chrysomelidae), Rhopalosiphum padi y Myzus
persicae (Homoptera: Aphididae)”, describe la investigadora.
Pero si bien la
experiencia con volátiles de plantas giró en torno “al estudio de algunas
especies del género Baccharis”, indicó que se pretende realizar
investigaciones con aceites esenciales de otras especies nativas, “siempre con
la intención de introducirnos en el campo de los agentes biorracionales para el
control de plagas. En este aspecto se aborda el estudio de actividad de
aceites esenciales bioactivos para su posible utilización en el
control del Triatoma infestans Klug, es decir la famosa vinchuca”.
El estudio de extractos
de especies regionales con potencial actividad herbicida es una vertiente del
estudio de los productos naturales de plantas que recientemente iniciaron en el
grupo. “La primera especie que ha sido sometida a este tipo de estudios en el
laboratorio es la Heterotheca subaxillaris, con actividad
alelopática y como potencial bioherbicida. La tesista Ailin
Gatica logró determinar el efecto alelopático sobre fracciones de distinta
polaridad", explicó. Buscan de esta manera el aislamiento y
caracterización de los metabolitos secundarios responsables de la bioactividad.
Actualmente, Marta está
trabajando en conjunto con el director del Instituto de Microbiología y
Zoología Agrícola (IMYZA) del Centro Nacional de Investigaciones Agropecuarias (CNIA-INTA
Castelar), el Dr. Roberto Lecuona. Cuenta que inauguraron recientemente un
laboratorio de cría de "picudo del algodonero" (Anthonomus grandis),
y les proveen del material entomológico para los ensayos que realizan. El
picudo es considerado la principal plaga de algodón en América, la más
destructiva, debido a su capacidad biológica de reproducción, dispersión y
colonización. “Resulta a la vez, la plaga más importante en la zona algodonera
del Noroeste Argentino, capaz de causar pérdidas enormes en la producción”,
aclara.
Controlar el nivel
poblacional de esta plaga, es determinante para hacer un manejo adecuado de su
potencial daño en el cultivo, por lo tanto el desafío de los investigadores es
mayor aún, “lograr un atractante para colocar en trampas conjuntamente con un
hongo entomopatógeno desarrollado por Lecuona. Los ensayos consisten en la
evaluación de productos de síntesis buscando esos atractores para el
picudo del algodón”, indicó Marta.
Hasta el momento ya
probaron 23 compuestos, algunos de síntesis de laboratorio y otros adquiridos a
la firma Sigma Aldrich. El objetivo fundamental “es disponer de una familia de
compuestos relacionados químicamente para mejorar la atracción. Nuestras
investigaciones básicas y de tipo interdisciplinarias tienen la mirada puesta
en ampliar el campo de aplicación y los resultados podrían tener una
interesante perspectiva en relación a los recursos naturales renovables aún no
explotados ni explorados y a su aplicación”, señaló la bióloga.
Los estudios marchan a
buen ritmo y por buen camino, aunque tendremos que esperar un poco, para
conocer los resultados concretos. Quién iba a pensar, que mi visita al
laboratorio sería una experiencia inolvidable. Por un lado, tuve el placer
de conocer a un equipo de investigadores apasionados con su tarea y por otro
lado, poder ver los ensayos que incluyen al picudo algodonero, que con su
característico “pico” o “trompa”, hasta me resultaron simpáticos con perdón de
los productores algodoneros a quienes esta plaga les da más de un dolor de
cabeza y hasta me animo a decir, les quita el sueño.
Es una obligación de
quienes tienen la tarea de diseñar políticas para la sociedad, interiorizarse
sobre este tipo de investigaciones, para que llegado el caso, puedan tomar
buenas decisiones a la hora de enfrentar alguna situación que ponga en
peligro la producción agrícola e incluso la salud humana. Tenerlos en cuenta
porque son portadores del conocimiento científico y nos pueden ayudar a dominar
aspectos de la realidad, que a veces se nos escapan de las manos a la hora de
innovar o generar ideas nuevas. Aunque a veces hay que inyectarse un poco de
buena voluntad y crear lazos de unión entre la ciencia y la
sociedad, sacarse prejuicios de encima y desterrar miedos. Siempre
tengo presente esa frase que dice que no se puede querer lo que no se conoce,
al momento de meterme de cabeza en un tema que luego tengo la responsabilidad
de difundir.
La ciencia se ha
convertido en el motor de la Historia. Revolucionó nuestras vidas en todo
aspecto y quizás, pronto, podremos decir que desde un pequeño laboratorio en
pleno corazón de la ciudad de San Luis, salió un biopesticida que cambiará el
rumbo en la lucha contra el picudo algodonero y de esta manera las fronteras de la agricultura del futuro, se extenderán hacia latitudes
inimaginables.
Dicen que el
conocimiento libera al hombre. Compartir la vida de una mujer dedicada a la
investigación tal vez nos lleve, o al menos intentarlo, a una reconciliación
con la ciencia. Tomar conciencia del valor que implica el logro de nuestros
investigadores, en el desarrollo y organización de la vida social. De ser así,
habremos dado todos juntos un paso importante en nuestra evolución como
sociedad y quien dice, a despertar nuestra curiosidad, sensibilidad e incluso las
vocaciones científicas en los más jóvenes. Seguramente, ahora cuando pases
frente a ese edificio de la universidad, tu mirada será distinta y hasta
prestes un poco más de atención esperando ver la figura de esta encantadora
mujer apasionada de la biología y la investigación científica.
Dra.Marta Edit Sosa
Area de Zoología
Departamento de Bioquímica y Ciencias Biológicas
Facultad de Química, Bioquímica y Farmacia
Universidad Nacional de San Luis
Chacabuco y Pedernera. San Luis Argentina CP 5700-
T.F.0266-4424698/4423789- Int. 249
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